Artículo originalmente publicado por Enrique Torres en el suplemento de ciencia y Tecnología Tercer milenio de Heraldo de Aragón el 3 de septiembre de 2020.
La contaminación acústica, el ruido causado por la actividad humana, es un problema cada vez más grande en las ciudades, ya que incide sobre la calidad de vida de las personas que lo sufren y causa problemas de salud: desde reducción de la capacidad auditiva hasta trastornos psicológicos asociados a la falta de descanso.
En general, no existen datos públicos de medidas de ruido que permitan estudiar la contaminación acústica de una determinada zona o ciudad. ¿Por qué no crear esos mapas con la ayuda de la propia ciudadanía?
Es lo que ha dado origen a un proyecto que ya se encuentra en marcha, con Zaragoza como escenario e impulsado por el Ayuntamiento y la Fundación Ibercivis. El proyecto Mapa de la Contaminación Acústica con IoT TTN combina tecnología y participación ciudadana. Junto al proyecto Smart Trash 2030, fue beneficiario de las ayudas de la II Convocatoria Ibercivis, que impulsa junto al Ayuntamiento de Zaragoza la ciencia ciudadana en esta ciudad.
Un Ruidómetro en una app
El objetivo del proyecto ya es una realidad: se ha desarrollado un medidor de contaminación acústica fácil de usar por usuarios con pocos conocimientos técnicos, orientado a documentar el ruido ambiente producido por eventos como la actividad vecinal, las obras, el tráfico, el ocio nocturno… en distintas zonas de la ciudad y que estas mediciones sean accesibles para todo el mundo. La aplicación móvil Ruidómetro, desarrollada por Lorien López y Enrique Torres, pronto podrá descargarse de forma gratuita.
Nuestros teléfonos inteligentes están equipados con un micrófono capaz de medir el sonido con suficiente precisión, por lo que se ha diseñado una aplicación móvil que, utilizando el micrófono y nuestra posición, mide el sonido existente, almacena la medida en una plataforma en la nube y la pone a disposición de otros usuarios, siempre de manera anónima.
Ruidómetro permite además etiquetar la fuente del ruido junto a su medición, según provenga de zonas de ocio, tráfico, obras, suministros o ambiente industrial.
Asimismo, dispone de un mapa donde visualizar las métricas subidas por todos los usuarios con iconos visibles que indican la fuente de ruido. Se pueden observar los valores concretos de cada muestra y también filtrar los resultados a visualizar por fechas, rangos o tipo.
Cómo medir si un sonido molesta: uso del ruidóetro
El sonido es una onda, y los sonidos con una amplitud de onda más grande son sonidos con más intensidad (más ruidosos). Una fuente de sonido irradia potencia sonora que da como resultado presión sonora. La potencia es la causa y lo que se percibe es el efecto, la presión sonora.
Por esta razón, cuando se cuantifica la respuesta humana al sonido, su molestia por ruido o el riesgo de daño a la audición, la presión sonora es la cantidad física que se mide, y es relativamente fácil hacerlo puesto que las variaciones de presión captadas por el tímpano humano son prácticamente las mismas que pueden ser captadas por el diafragma de un micrófono.
La legislación europea establece los niveles máximos de ruido en 55 decibelios (db) durante el día y 45 db durante la noche. Estos valores son establecidos al considerarse que a partir de los 70 db el ruido es perjudicial para la salud. El tráfico en una ciudad se sitúa en torno a los 80 dB.
La aplicación Ruidómetro ya está en fase de pruebas finales. En pocas semanas estará disponible para su descarga gratuita. Además, el equipo del proyecto está trabajando en un dispositivo autónomo de medición de bajo coste, alimentado por placas solares o baterías, que, colocado en balcones o farolas, tome muestras periódicamente y suba los datos a la nube. Para su implementación se están probando diversas tecnologías, tanto de captura de sonido como de transmisión de datos a internet.
La implicación ciudadana en la recogida de muestras dará lugar a un mapa urbano de fuentes de ruido perjudiciales para la salud, y aportará la información necesaria para que las administraciones tomen decisiones que mejoren la calidad de vida de sus vecinos, basadas en pruebas aportadas por la ciudadanía.