Historia, ciencia y tecnología se dan la mano en un proyecto que pretende revivir, gracias a la colaboración ciudadana, los episodios más representativos de nuestro pasado. La iniciativa Luz para las sombras contará con la ayuda de toda persona que quiera recorrer Zaragoza con su cámara digital o su teléfono móvil, fotografiando los escenarios de nuestra historia, para convertirlos, gracias a la fotogrametría, en espacios virtuales que recorrer y estudiar. Así, los ciudadanos construirán un puente de conocimiento entre lo que sucedió hace siglos y lo que sucede ahora, ayudando a preservar nuestra historia para el futuro.
El próximo sábado 23 de febrero a las 11.00, comenzará este proyecto, auspiciado por el Observatorio de la Ciencia Ciudadana en Zaragoza, con un paseo fotográfico abierto al público por un espacio clave de los Sitios de Zaragoza: la calle del Doctor Palomar.
Réplicas virtuales
Las instantáneas tomadas por los ciudadanos servirán para modelar en tres dimensiones réplicas virtuales de cada uno de estos escenarios. La colaboración de los asistentes será fundamental para obtener la mayor calidad y precisión de los edificios fotografiados, cuyo modelado será realizado gracias a la fotogrametría. Los asistentes completarán esta experiencia con testimonios de historiadores, expertos en fotogrametría y en ciencia ciudadana.
En la antigua calle Palomar se vivieron durísimos momentos del asedio francés a Zaragoza durante el primer y el segundo Sitio. Para conservar apropiadamente las sombras arrojadas durante estos episodios de nuestra historia hay que aportar una luz que permita desvelar este legado del mejor modo posible con las herramientas del presente. Los pinceles, lápices y grabados del pasado se convierten hoy en cámaras fotográficas y programas de modelado 3D.
Así nace la iniciativa Luz para las sombras, dirigido por Iván Morte i Tamayo, junto a Francho Meléndez como experto en fotogrametría, la start-up Historia de Aragón, la Fundación Ibercivis y Etopia Centro de Arte y Tecnología, que busca la colaboración de los ciudadanos para reconstruir virtualmente estos escenarios a partir de sus fotografías, con el objetivo de contribuir a su difusión y aprendizaje.
Llevar a cabo el proyecto con la colaboración de los ciudadanos es una forma de que sea públicamente accesible. Además, al utilizar tecnologías cada vez más cercanas, como la realidad virtual, se fomentará su uso educativo o lúdico al poder contar las fascinantes historias que tuvieron lugar en aquellos escenarios. El tiempo transcurrido desde la época de los Sitios permite presentar el proyecto como un juego, aunque sin olvidar su dramatismo y subrayando la necesidad de conocer la historia y casi vivirla.
La Guerra de la Independencia, encarnada en la capital del Ebro por los dos sitios a los que fue sometida, fue uno de aquellos hitos que cambian la historia para siempre. En 1808 Napoleón Bonaparte incluía entre sus planes de dominio europeo el control de España; se valdría para ello del que era, con diferencia, el mejor ejército de Europa: la Grande Armée.
Imaginémonos a los zaragozanos de aquel entonces, en mayo de 1808, recibiendo noticias sobre las ejecuciones francesas en Madrid los días 2 y 3 de mayo, o las noticias de los abusos que cometían día sí y día también los soldados franceses no muy diferentes a los cometidos por cualquier ejército de cualquier nación en guerra. A los zaragozanos nos les quedó otra opción que mostrar resistencia, y así sucedió el 24 de mayo, cuando estalló una revuelta para deponer al capitán general Guillelmi, empeñado únicamente en evitar el desorden y el derramamiento de sangre, e imponer a alguien capaz de liderar a una ciudad sin apenas defensas ni tropas regulares. El elegido sería un joven militar zaragozano llamado José de Palafox.
Enterado de los desórdenes, y siendo Zaragoza una pieza clave en el control del norte de España, Napoleón envió enseguida instrucciones a Pamplona para que saliera desde allí un ejército con el fin de tomar la ciudad. Sin apenas defensas y con poco más de mil soldados regulares, la toma iba a ser fácil. O eso suponía.
Pero Napoleón no contaba con la resistencia a ultranza de toda la población zaragozana: mujeres, hombres, ancianos e incluso niños que hicieron de cada calle, casa y habitación un fortín inexpugnable. Dos sitios producidos entre junio de 1808 y la capitulación final en febrero de 1809 que terminaron por asombrar al mundo entero. Muestra de ello es que el suceso aparezca en obras de la literatura universal como Guerra y paz de Tolstói o Los Miserables de Víctor Hugo, o que los rebeldes polacos que luchaban en 1944 contra los nazis en Varsovia gritaran «¡Recordad Zaragoza!». Sin duda, un episodio de sombras que dejó rayos de luz y vestigios que aún hoy se pueden ver en espacios como la Casa Testigo de los Sitios, sita en la actual calle del Doctor Palomar del barrio de la Magdalena y que aún muestra en su fachada la mella de los proyectiles de la defensa de Zaragoza que, desde la puerta de Valencia y la torre de la iglesia de la Magdalena, trataba de impedir la entrada a los franceses.
Pero esta calle no solo fue testigo de encarnizadas batallas durante los Sitios. Una de sus casas, aún en pie, también albergó durante su etapa como maestra a la que fue la primera mujer en España en publicar un libro sobre ciencia: la matemática zaragozana Andrea Casamayor. En una reciente investigación, Julio Bernués y Pedro J. Miana dieron, entre otras cosas, con la localización de la que fue su casa: en la calle Palomar, esquina calle Viola.
Modelo 3D realizado para el proyecto Drones y Mazmorras.
La fotogrametría es una tecnología que permite crear modelos tridimensionales digitales de forma casi automática utilizando una cámara o un teléfono móvil. Alcanzó su madurez hace unos diez años, cuando pasó de ser código desarrollado en centros de investigación a software profesional que permite crear modelos muy detallados. Hoy en día se utiliza en la creación de videojuegos y efectos especiales; en arqueología, para documentar el patrimonio; y, en combinación con drones, para el análisis del terreno en agricultura u obra civil.
Un algoritmo estima en primer lugar la posición y orientación desde donde fueron tomadas las imágenes y busca puntos que se vean en al menos dos fotografías para calcular su posición en el espacio tridimensional. Con suficientes imágenes se puede crear una nube de puntos muy densa que sirve de base para dar con el modelo final. Por último, utiliza las mismas fotografías para dotarlo de color.
Esta sección se realiza en colaboración con el Observatorio de la Ciencia Ciudadana en España, coordinado por la Fundación Ibercivis