Pilar Paneque Salgado
Cuéntanos a qué te dedicas y cuál es tu relación con la ciencia ciudadana.
Soy Catedrática de Geografía Humana y directora del Global Change Research Lab, de la Universidad Pablo de Olavide. Mi relación con la ciencia ciudadana comienza desde el momento en que me inicié en la investigación de la relación agua-territorio, con la elaboración de mi Tesis Doctoral, que ya integró una evaluación multicriterio social basada en el modelo NAIADE —desarrollado por el Joint Research Center—, que facilitaba la participación de personas no expertas en la investigación, así como la deliberación y la construcción de consensos en los procesos de decisión. Desde entonces, hace ya dos décadas, las metodologías participativas y de ciencia ciudadana han sido una parte nuclear de mi trabajo y del grupo de investigación que hemos ido conformando en torno a la gestión del recurso agua y de los riesgos hidro-climáticos
Papel actual y potencial de los participantes en proyectos de ciencia ciudadana en España
En general, en los proyectos en los que trabajas, ¿cualquier persona puede aportar? ¿Se requiere algún tipo de formación o entrenamiento? ¿O habilidades especiales?
En estos momentos soy responsable del proyecto Observatorio Ciudadano de la Sequía (http://observasequia.es/), que desde 2020 cuenta con la colaboración de la FECYT y que persigue avanzar en el conocimiento de este riesgo y desarrollar una metodología que favorezca el trabajo deliberativo y colaborativo para la construcción de un índice de vulnerabilidad a la sequía —que nos aporte información no solo sobre el hecho físico, sino también sobre elementos sociales e institucionales que aumentan o aminoran nuestra propensión a sufrir daños— y la valoración de distintas medidas de gestión. Para ello, se han desarrollado una serie de herramientas que facilitan la participación de cualquier persona, sin necesidad de que tenga ninguna formación específica previa. De hecho, estas herramientas (geovisor, aplicaciones web y chatbot conversacional) están dirigidas precisamente a facilitar la información, la consulta, la participación y la deliberación a todo tipo de usuarios. Este es el espíritu del Observatorio: hacer comprensible y accesible una información técnica sobre un riesgo tan complejo como la sequía de forma que podamos aunar conocimiento experto y no experto.
¿Crees que hay personas fuera de la academia que puede llegar a la excelencia científica? ¿Conoces casos de personas que te hayan sorprendido positivamente?
Por supuesto hay muchas personas y colectivos sociales con un conocimiento sobresaliente de realidades locales de los que aprendemos constantemente y cuya experiencia es fundamental integrar en los proyectos de investigación, aunque no estemos hablando de excelencia científica en el sentido tradicional en el que medimos nuestro oficio y nuestra producción. De hecho, ni siquiera estaríamos hablando de ciencia ‘normal’ en el sentido khuniano, sino de lo que hace ya muchos años fue definido como ‘ciencia postnormal’. Quizás para otras disciplinas esto pueda ser más novedoso, pero para la Geografía y otras ciencias sociales y ambientales el trabajo con los actores sociales de los distintos territorios, así como con la población en general, es de vital importancia. En el Observatorio Ciudadano de la Sequía contamos, por ejemplo, con la colaboración de los técnicos de protección civil (ATPCA y VOST) que, sin pertenecer a la academia, tienen un conocimiento excepcional y de enorme valor sobre la gestión de riesgos y de desastres a escala local. Igualmente, contamos con una comunidad de entidades, organizaciones y colectivos interesados en la gestión del agua y de la sequía que generan un enorme valor añadido al proyecto. Además, cualquier ciudadano puede compartirnos información sobre la gestión del agua en su territorio (iniciativas, conflictos, fotografías, vídeos, etc.). Sin la suma de todos estos conocimientos me resulta difícil pensar en ciencia excelente en un ámbito de tanta complejidad como el de la gestión de los riesgos.
¿Cuáles son los principales factores de motivación que ves en los participantes? ¿Conoces factores de desmotivación?
Por la experiencia del Observatorio Ciudadano de la Sequía y de otros proyectos anteriores, sabemos que existe una alta concienciación social sobre cuestiones ligadas al cambio climático y a los riesgos hídricos, pero a veces una débil formación e información. La ciudadanía responde más y mejor cuando se le facilita la información y las herramientas necesarias para ello, ya que l participación en sí misma exige tiempo y capacitación. En el ámbito de la gestión del agua contamos con numerosas experiencias participativas, ya que la Directiva Marco del Agua del año 2000 incorporaba de forma pionera la participación pública en la elaboración de los planes hidrológicos. En estos años es cierto que la mayor desmotivación que se ha podido observar en la ciudadanía ha tenido que ver con el hecho de que la administración del agua, a pesar de haber hecho grandes avances en esta materia, ha desarrollado una participación pública formal o meramente estética —más ligada a las fases de información y de consulta, pero menos a la participación efectiva, a la deliberación y a la codecisión—, sin incorporar grandes innovaciones en las herramientas utilizadas ni cambios reales en los procesos de toma de decisiones o en las políticas resultantes.
¿Cuáles son tus propias motivaciones para hacer o potenciar la ciencia ciudadana? ¿Hay también algo que te pueda desmotivar?
La motivación principal para hacer ciencia ciudadana es el convencimiento de que los investigadores tenemos la obligación de hacer accesible y comprensible la información y el conocimiento que generamos, porque necesitamos a una población con opiniones informadas. Solo así se puede mejorar la calidad del debate público sobre políticas tan importantes como las territoriales y las ambientales y, en definitiva, fortalecer nuestra democracia. No hay razones para la desmotivación porque los resultados de proyectos como el Observatorio Ciudadano de la Sequía son sumamente alentadores. Trabajar con un equipo interdisciplinar de colegas de la Universidad Pablo de Olavide, el CREAF, el IESA-CSIC, el IFAPA o la UNAM es otra de las motivaciones más evidentes, así como el aprendizaje continuo que supone el trabajo diario con colegas de Geografía, Ciencias Ambientales, Ingeniería Informática o Sociología. En todo caso sí podemos apuntar que nos preocupa la corta duración de estos proyectos, que necesitarían mayor estabilidad para poder construir redes de trabajo, de colaboración y de participación lo suficientemente robustas.
Ciencia ciudadana como metodología transversal
¿Crees que tu experiencia en ciencia ciudadana se podría llevar a otras áreas de conocimiento?
Por supuesto. Es cierto que todas las cuestiones ligadas a la observación y experimentación directa en el territorio (fenómenos naturales, riesgos, biodiversidad, etc.) son especialmente susceptibles de ser abordadas con los métodos y técnicas propios de la ciencia ciudadana. Pero todos conocemos proyectos del ámbito de las Humanidades, de la Salud o de la Medicina que están teniendo magníficos resultados. Quizás el nexo común es el uso de distintas tecnologías para facilitar la contribución de los científicos ciudadanos, al menos, en la recogida de datos de territorios muy amplios y esto es algo de enorme utilidad para todas las áreas de conocimiento.
¿Cómo crees que se relaciona la ciencia ciudadana con la “open science”? ¿Y con la “investigación e innovación responsable” (RRI por sus siglas en inglés)?
La ciencia ciudadana debe ser ciencia abierta. Todos los resultados del proceso de investigación (metodologías, datos, etc.) deben estar accesibles no solo para la comunidad científica sino para todos los ciudadanos. En el caso del Observatorio Ciudadano de la Sequía, entre otros recursos, hemos publicado la metodología detallada (fuente de datos, cálculo, etc.) con la que construimos el índice de vulnerabilidad a la sequía a partir de 16 indicadores, algunos de ellos alimentados por los científicos ciudadanos. De no ser así, no tendría mucho sentido pedir a la ciudadanía que contribuya con sus propios datos y conocimientos sin explicar su finalidad y su uso de forma transparente y replicable. De igual forma, la ciencia ciudadana debe responder a los principios de la investigación e innovación responsable (RRI). Es imprescindible alinear nuestra investigación con las necesidades de la sociedad y, en este caso, desde el Observatorio Ciudadano de la Sequía estamos haciendo un esfuerzo muy especial por proporcionar herramientas para la co-creación de conocimiento y la corresponsabilidad entre las administraciones y empresas responsables de la gestión del agua y la ciudadanía.
¿Cuáles son las principales promesas y oportunidades para la ciencia ciudadana?
En mi opinión, la ciencia ciudadana tiene ahora una gran oportunidad para consolidarse porque tenemos una sociedad muy sensible a temas de máxima importancia como la emergencia climática o la ocurrencia de desastres y catástrofes naturales. Hay una parte muy importante de la ciudadanía deseosa de participar y colaborar con proyectos de investigación desde sus territorios y creo que esta es una gran oportunidad tanto para ampliar la participación de científicos ciudadanos como para mejorar la información que tiene la ciudadanía sobre temas tan relevantes y de tanta complejidad. En este sentido, destacaría la implicación y la movilización de las generaciones más jóvenes, que están teniendo un papel central en debates como el del cambio climático o la seguridad alimentaria y con los que desde la academia habría que trabajar más y mejor, porque son presente y futuro.
¿Cuáles crees que son las principales barreras y dificultades para el desarrollo de la ciencia ciudadana en España?
Lo cierto es que no he encontrado grandes barreras. Por mi experiencia con otro tipo de proyectos europeos y estatales, pienso que los proyectos de ciencia ciudadana comparten las mismas dificultades que toda la investigación y la ciencia en España: escasa financiación y excesiva burocratización. En estos proyectos, como en todos, necesitamos los recursos necesarios para asegurar la sostenibilidad de los resultados que vamos obteniendo.
¿Cómo cambiarías el sistema para que se fomentase mejor la ciencia ciudadana en España? ¿Qué echas en falta?
Como comentaba anteriormente, necesitamos dar estabilidad a los proyectos. Construir redes de científicos ciudadanos requiere tiempo. Algunas de las experiencias más exitosas que conocemos en Estados Unidos o en la Unión Europea se desarrollan desde hace décadas y solo así han logrado tener un impacto real en las políticas públicas, por ejemplo. Y esto me parece especialmente importante para construir vocaciones científicas, lo que también requiere no solo de intervenciones puntuales sino de acompañamientos de nuestros niños y jóvenes durante todo su proceso educativo.
Impactos de la ciencia ciudadana en España y en el mundo
¿Cómo crees que está afectando la ciencia ciudadana a la relación entre la ciencia y el conjunto de la sociedad?
Todos los esfuerzos que se están realizando desde las políticas europeas y estatales de investigación para desarrollar proyectos de ciencia ciudadana están ayudando, sin duda, a fortalecer a la ciudadanía en términos de mejorar su conocimiento sobre una temática de su interés y de intervenir en procesos de investigación. De igual forma el trabajo científico es mejor conocido y valorado por la ciudadanía si le resulta próximo y existen vías y herramientas para su participación directa. Estamos enfrentando situaciones caracterizadas por la complejidad, la incertidumbre y la variabilidad, situaciones en cambio constante, y ello hace más necesarios que nunca la relación y el diálogo entre ciencia y sociedad.
¿Conoces alguna peculiaridad (para bien o para mal) en España sobre el desarrollo de la ciencia ciudadana? ¿Y en alguna de sus regiones/localidades?
No conozco estas diferencias, si las hubiera. Existe una larga tradición de movilizaciones sociales por cuestiones ligadas a la gestión del agua (colectivos contra presas o trasvases, en defensa de la gestión pública del agua, etc.) por tanto, la sensibilidad, el interés y la participación activa por cuestiones ligadas al estado de los ríos, la calidad del agua, la sobreexplotación de las aguas subterráneas, las causas y consecuencias de sequías e inundaciones, etc., están bastantes consolidados y extendidos por todo el país. Precisamente por ello se han desarrollado varios proyectos de ciencia ciudadana sobre esta cuestión y no detecto en ellos diferencias territoriales.
La financiación de la ciencia es un problema y también se debate sobre su alineación con los mercados. ¿Cuál crees que es la posición de la ciencia ciudadana en estos asuntos? ¿Reduce los costes del proceso científico (p.ej.: materiales/personales)? ¿Los incrementa (p.ej.: adaptaciones para trabajar en abierto)?
Como señalé anteriormente, en mi opinión, los proyectos de ciencia ciudadana financiados en convocatorias competitivas sufren los mismos problemas que el resto de los proyectos de investigación básica o aplicada en España. Es cierto que al menos contamos con una convocatoria específica de ciencia ciudadana de la FECYT, que tiene en cuenta las particularidades de estos proyectos. No obstante, la financiación dedicada a I+D+I está muy lejos de la media europea y venimos de una década en la que no solo no se ha aumentado, sino que se ha reducido y en muchos casos no se ha ejecutado en su totalidad. Confiemos en que el Plan de Recuperación permita cambiar de forma definitiva esta situación, no solo en términos de facilitar más recursos económicos sino también de una mayor valorización y dignificación del trabajo científico y de un mayor reconocimiento de los proyectos de divulgación y comunicación científica y de ciencia ciudadana.
¿Qué relaciones ves entre ciencia ciudadana y educación?
Los proyectos de ciencia ciudadana pueden tener un impacto muy importante para despertar vocaciones científicas tempranas y para recortar brechas como la de la presencia de mujeres en determinadas áreas de conocimiento o en materia de conciencia ambiental y conocimiento e intervención política, cuestión sobre la que estamos desarrollando un trabajo específico. Acercar el proceso investigador a estudiantes de distintas edades e involucrarlos en tareas de recogida o análisis de datos puede tener unos resultados excelentes en cuanto a la mejora de su formación básica o su interés por realizar estudios superiores. Además, en un momento en el que existen posturas negacionistas sobre hechos científicamente incontestables y proliferan las llamadas fake news, resulta fundamental extender la cultura científica desde los primeros niveles educativos y pienso que, en ello, la ciencia ciudadana puede tener un lugar central.
¿Conoces algún estudio que analice el impacto entre ciencia ciudadana y educación? Si es así, ¿lo podrías indicar?
Además de algunas acciones específicas desarrolladas en el marco de proyectos de ciencia ciudadana —como las que nosotros mismos tenemos previstas con estudiantes universitarios y de enseñanza secundaria en España y México—, en nuestro país deben destacarse los informes que elaboran anualmente tanto la Fundación Ibercivis como la FECYT.
Visión futura de la ciencia ciudadana en España
¿Cuáles crees son las principales tendencias globales (sociales/tecnológicas/políticas) que más influirán a la ciencia ciudadana?
La inclusión de la ciudadanía en la definición de las misiones a las que se debe orientar la investigación en el marco de Horizonte Europa ha fortalecido un proceso de cambio de agenda científica que he seguido con mucho interés (Science in Society del FP7, Science with and for Society de H2020, etc.). Horizonte Europa ha definido una serie de retos globales que se articulan en torno a cinco clústeres y es importante destacar que dos de ellos se centran en el clima y los recursos naturales. El cambio climático es nuestro mayor desafío y creo que precisamente utilizar los avances de las tecnologías de la información geográfica o de la inteligencia artificial, entre otros, en el marco de proyectos de ciencia ciudadana puede favorecer una más decidida acción de los gobiernos.
¿Cuáles son tus proyectos de ciencia ciudadana favoritos (por creatividad, por impacto o por otras razones)?
Son muchos los proyectos de ciencia ciudadana que nos inspiran. Por supuesto el trabajo realizado por el National Drought Mitigation Center de Estados Unidos en este ámbito siempre ha sido una referencia para nosotros. En España hemos aprendido mucho de la experiencia del CREAF en proyectos como Alerta Forestal, o, por las temáticas que abordan, los proyectos de Ríos Ciudadanos del IPE-CSIC o la Red4C de ciencia ciudadana y cambio climático. También prestamos especial atención a los Observatorios Ciudadanos al ser esta la forma que adopta la iniciativa que desarrollamos y, en este sentido, los proyectos Cos4Cloud y WeObserveEU son una referencia clara.
¿Cómo ves la ciencia ciudadana en los próximos 10 años?
La veo más fortalecida y mejor asimilada por las estructuras científicas tradicionales.
¿Qué relaciones ves entre ciencia ciudadana y educación?
Los proyectos de ciencia ciudadana pueden tener un impacto muy importante para despertar vocaciones científicas tempranas y para recortar brechas como la de la presencia de mujeres en determinadas áreas de conocimiento o en materia de conciencia ambiental y conocimiento e intervención política, cuestión sobre la que estamos desarrollando un trabajo específico. Acercar el proceso investigador a estudiantes de distintas edades e involucrarlos en tareas de recogida o análisis de datos puede tener unos resultados excelentes en cuanto a la mejora de su formación básica o su interés por realizar estudios superiores. Además, en un momento en el que existen posturas negacionistas sobre hechos científicamente incontestables y proliferan las llamadas fake news, resulta fundamental extender la cultura científica desde los primeros niveles educativos y pienso que, en ello, la ciencia ciudadana puede tener un lugar central.
¿Hay alguna otra cosa que quieras decir y que nos hayamos dejado de preguntarte?
Aprovecho la oportunidad para agradeceros la entrevista y animaros a visitar el portal del Observatorio Ciudadano de la Sequía y a seguir nuestra cuenta de Twitter (@ObserCiudSequia) de forma que podáis participar en nuestro proyecto y hacernos llegar todas las sugerencias que creáis conveniente. Creo que una de las asignaturas pendientes en el ámbito de la ciencia ciudadana es establecer una relación más fluida y horizontal entre distintos proyectos, así que quedamos a disposición de todos los interesados.