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Giovanni Maccani

Cuéntanos a qué te dedicas y cuál es tu relación con la ciencia ciudadana.

Trabajo como investigador senior en Ideas For Change (IFC), una compañía que trabaja en la intersección entre la ciencia ciudadana y la innovación social y tecnológica. Participo activamente en varios proyectos de ciencia ciudadana en diferentes ámbitos, entre los que se encuentran la movilidad sostenible, la contaminación del aire, acústica y de olores y la epidemiología medioambiental. Consideraría mi papel como el de un facilitador para que los ciudadanos diseñen y persigan su propia agenda a través de la ciencia.

Papel actual y potencial de los participantes en proyectos de ciencia ciudadana en España

En general, en los proyectos en los que trabajas, ¿cualquier persona puede aportar? ¿Se requiere algún tipo de formación o entrenamiento? ¿O habilidades especiales?

Si bien el nivel de participación, compromiso y contribución puede variar, la inclusión ha sido un elemento clave en todos los proyectos de ciencia ciudadana en los que he participado. En cada proyecto de ciencia ciudadana de Ideas for Change, todas las personas, independientemente de su género, habilidades y conocimientos específicos, pueden involucrarse en todos los niveles de participación. Transferir conocimientos y habilidades relevantes a los participantes es uno de los principales objetivos de nuestra metodología de ciencia ciudadana.

¿Crees que hay personas fuera de la academia que puede llegar a la excelencia científica? ¿Conoces casos de personas que te hayan sorprendido positivamente?

Creo que depende mucho del ámbito. Lograr la excelencia científica en algunos casos requiere acceso a equipos de laboratorio que resultan costosos o a conocimientos muy especializado. Además, el rigor y la ética son elementos importantes para las contribuciones científicas, y esto es algo que a menudo requiere un largo entrenamiento y curvas de aprendizaje significativas. Sin embargo, otros campos resultan más adecuados para la ciencia ciudadana. Mi opinión es que los científicos y científicas ciudadanos pueden lograr la excelencia en algunas fases de los proyectos científicos, pero no necesariamente en todas, y eso es lo que hace interesante la colaboración entre la ciencia y la ciudadanía.

¿Cuáles son los principales factores de motivación que ves en los participantes? ¿Conoces factores de desmotivación?

De nuevo, esto es algo que depende mucho en cada caso. En general, en Ideas for Change hemos identificado, al menos, tres grandes familias de ciudadanos involucrados en este tipo de proyectos: los curiosos, los interesados y los preocupados. Podríamos decir que se trata de una escalera, ya que las personas preocupadas tienden a dedicar más tiempo, recursos y habilidades que las curiosas.

También hay que tener en cuenta la necesidad de establecer bien los límites de los proyectos y manejar las expectativas. Si estas no se gestionan bien, es posible que algunos participantes se desvinculen del proyecto durante el proceso. Por ejemplo, en muchas ocasiones los proyectos de ciencia ciudadana implican experimentar con dispositivos y equipos de bajo coste que se encuentran en fase de experimentación y no están testadas. Esto puede generar frustraciones porque estamos acostumbrados a que la tecnología funcione perfectamente y apreciamos la oportunidad de ser parte activa de su desarrollo a través de actividades de co-diseño.

¿Cuáles son tus propias motivaciones para hacer o potenciar la ciencia ciudadana? ¿Hay también algo que te pueda desmotivar?

Creo que la ciencia ciudadana supone una oportunidad para complementar otros enfoques en el ámbito de la investigación y fomentar el cambio social de manera informada por el conocimiento generado con y por las personas y no sólo para las personas. Lo que a veces resulta desmotivante es el fuerte enfoque en la tecnología, que a menudo se ve como la única (o la más prominente) manera de mediar en la relación entre la ciencia y la sociedad. Este tipo de proyectos se suelen centrar en enseñar o divulgar cómo se utiliza una tecnología, y de esa manera se pierde el foco principal, que es resolver un problema existente. La tecnología a menudo se convierte en el personaje principal, a diferencia de lo que debería ser: un medio para un fin.

En cuanto a mis motivaciones personales, me encanta trabajar con personas, y aquellas que suelen unirse a acciones de ciencia ciudadana les une la pasión y la motivación, ya que la participación nunca es una tarea obligatoria. En cierto modo, esto hace que el trabajo sea agradable pero desafiante, ya que a veces estas personas, y con razón, quieren que se les devuelva su tiempo consiguiendo resolver una problemática que afecta a sus vidas. Esto es algo que a veces crea tensiones, pero definitivamente positivas y estimulantes.

Ciencia ciudadana como metodología transversal

¿Crees que tu experiencia en ciencia ciudadana se podría llevar a otras áreas de conocimiento?

Hasta hoy, y según mi conocimiento, la ciencia ciudadana ha tenido éxito a la hora de lograr un gran nivel de granularidad en la comprensión de varios temas. Esto es algo que ha demostrado ser sumamente importante en algunos campos (como la calidad del aire, la contaminación acústica o la protección de la fauna) y que podría trasladarse a otros ámbitos, si se aborda de manera adecuada. Creo que el éxito de las acciones de ciencia ciudadana proviene de la combinación adecuada de compromiso y experiencia en el ámbito de actuación. Con estas premisas en mente y reforzándolas mutuamente, son muchas las áreas de conocimiento que podrían beneficiarse de la ciencia ciudadana.

¿Cómo crees que se relaciona la ciencia ciudadana con la “open science”? ¿Y con la “investigación e innovación responsable” (RRI por sus siglas en inglés)?

Como disciplina, la ciencia ciudadana incorpora en su propia naturaleza varios elementos de la investigación y la innovación responsables, como el compromiso público o la gobernanza. Otros elementos, como la igualdad de género, dependen de la forma en la que los impulsores del proyecto los apliquen.

Por otra parte, la ciencia abierta debe considerarse un derecho para todos los proyectos que movilizan fondos públicos (como en el caso de los proyectos financiados por la Unión Europea), tanto si son de participación ciudadana como si no. Sin embargo, a menudo hay una compensación entre la ciencia abierta y la calidad de la ciencia. Las tarifas de suscripción para acceder a una plataforma de datos, por ejemplo, pueden ser utilizadas por el propietario de la plataforma para actualizarla constantemente y mantenerla, lo que la hace más valiosa y reutilizable. Otro ejemplo son las publicaciones abiertas, que suponen en la actualidad un gran desafío para los editores, especialmente en aquellos foros que deben su prestigio a la minuciosa y costosa infraestructura de evaluación y publicación que ponen en marcha.

¿Cuáles son las principales promesas y oportunidades para la ciencia ciudadana?

En mi opinión, la ciencia ciudadana tiene hoy un enorme potencial tanto para crear conciencia sobre las diferentes problemáticas existentes como para estimular competencias y capacidades entre la ciudadanía en general.

Lo que sí creo que es un mito es la creencia de que la ciencia ciudadana puede actuar como un enfoque independiente para resolver problemas entre disciplinas. Más bien veo un gran potencial para que la disciplina se convierta en un pilar que genere valor añadido en varios ámbitos científicos, un motor que vaya de la mano de enfoques más tradicionales y que resulte una fuente complementaria de evidencia.

¿Cuáles crees que son las principales barreras y dificultades para el desarrollo de la ciencia ciudadana en España?

La financiación es uno de los temas clave, así como el hecho de que los proyectos financiados con fondos públicos tengan un principio y un fin. Desde mi punto de vista, las principales barreras son la falta de continuidad y la adopción o continuación de los proyectos por parte de otras entidades más estables, dentro o fuera del sector público. La disciplina ganaría credibilidad, tanto en el ámbito ciudadano como científico, si el esfuerzo voluntario de los participantes se tradujera en un cambio real, en una solución al problema en cuestión. El cambio requeriría que la ciencia ciudadana se convierta en un activo habitual que complemente a otras aportaciones a la hora de formular políticas públicas. No obstante, esto necesita, a su vez, de un cambio en la manera en la que trabajan los encargados de formular estas políticas. Facilitar la innovación mediante la gestión y la introducción de cambios en el sector público sigue siendo un factor inhibidor fundamental.

¿Cómo cambiarías el sistema para que se fomentase mejor la ciencia ciudadana en España? ¿Qué echas en falta?

La ciencia ciudadana debería enseñarse en las escuelas y convertirse en parte de la norma. Obviamente, esto no puede ocurrir de la noche a la mañana, sino que requiere de una planificación a más largo plazo. Una buena manera de empezar debería ser incluir esta disciplina en los documentos oficiales de planificación estratégica a todos los niveles (local, regional y nacional). A día de hoy, ha habido un aprendizaje significativo y consistente sobre cuáles son los ámbitos en los que la ciencia ciudadana puede resultar beneficiosa, y en cuáles lucha todavía por marcar la diferencia. Sin embargo, estos aprendizajes se olvidan muchas veces y no se reflexiona o se trabaja en base a ellos de manera adecuada.

Impactos de la ciencia ciudadana en España y en el mundo

¿Cómo crees que está afectando la ciencia ciudadana a la relación entre la ciencia y el conjunto de la sociedad?

De varias maneras. En primer lugar, la ciencia ciudadana, debido a sus principios básicos, suele fomentar el acceso a información que antes estaba cerrada o que no estaba disponible en absoluto. En segundo lugar, fomenta la transparencia en la gestión y la relación entre datos, ciencia y política. En tercer lugar, como resultado de los proyectos e intervenciones de ciencia ciudadana, los participantes desarrollan y promulgan nuevas habilidades sobre temas actuales y relevantes. Por último, representa un doble paso hacia una sociedad más democrática y abierta en su conjunto.

¿Conoces alguna peculiaridad (para bien o para mal) en España sobre el desarrollo de la ciencia ciudadana? ¿Y en alguna de sus regiones/localidades?

En Barcelona, la institucionalización de la Oficina de Ciencia Ciudadana dentro del Ayuntamiento representa un modelo para todos los contextos socio-técnicos dentro y fuera de la Unión Europea. La creación de este puente entre la ciencia ciudadana y los responsables políticos ha estado constantemente a la vanguardia para todos los involucrados en la disciplina. La creación de esta estructura formal, estable e integrada en la gobernanza del sector público es un gran logro y un ejemplo a seguir.

La financiación de la ciencia es un problema y también se debate sobre su alineación con los mercados. ¿Cuál crees que es la posición de la ciencia ciudadana en estos asuntos? ¿Reduce los costes del proceso científico (p.ej.: materiales/personales)? ¿Los incrementa (p.ej.: adaptaciones para trabajar en abierto)?

Como cualquier otro proyecto de investigación científica, también las intervenciones científicas ciudadanas requieren financiación. La mayoría de las veces, los defensores dentro de la disciplina, afirman que, una vez empoderados con todo el conocimiento y las herramientas que necesitan, los ciudadanos pueden llevar a cabo tales proyectos de forma autónoma e independiente. En mi opinión, la financiación sigue resultando un aspecto clave por dos razones. Por un lado, a lo largo de mi trayectoria, he visto a muchas personas invertir tiempo y comprometerse a un enfoque colectivo para abordar un problema concreto, pero nunca ofrecieron o invirtieron recursos financieros. Por el otro, considero que la mayoría de los temas que se abordan se perciben como algo que debería preocupar y ocupar al sector público, del que esperan una inversión tras haberles proporcionado conocimiento, datos y otras perspectivas.

¿Qué relaciones ves entre ciencia ciudadana y educación?

La ciencia ciudadana, al igual que cualquier otro método científico, debería formar parte de los planes de estudio educativos, de modo que se empodere a toda la ciudadanía para que lleven a cabo su propia agenda a través de investigaciones científicas. Más allá de esto, las escuelas y universidades representan entidades estables en las que se pueden iniciar y mantener en el tiempo intervenciones de ciencia ciudadana.

Una idea podría ser tener una serie de proyectos activos dentro de las escuelas y universidades que puedan proporcionar a los estudiantes la oportunidad de ganar experiencia práctica en los ámbitos cubiertos por la teoría. A medida que los estudiantes siguen sus propios caminos, pueden convertirse en mentores de nuevos estudiantes que continúan la acción, o en “community champions” que expandan las actividades y los principios a través de sus propias redes, como por ejemplo creando una nueva comunidad vecinal.

¿Conoces algún estudio que analice el impacto entre ciencia ciudadana y educación? Si es así, ¿lo podrías indicar?

He leído dos estudios sobre el tema: paper 1 (https://www.researchgate.net/profile/Martin-Scheuch/publication/327761424_Contributions_from_citizen_science_to_science_education_an_examination_of_a_biodiversity_citizen_science_project_with_schools_in_Central_Europe/links/5e8b3b7b92851c2f5283e45d/Contributions-from-citizen-science-to-science-education-an-examination-of-a-biodiversity-citizen-science-project-with-schools-in-Central-Europe.pdf) y paper 2 (https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0186285).

Visión futura de la ciencia ciudadana en España

¿Cuáles crees son las principales tendencias globales (sociales/tecnológicas/políticas) que más influirán a la ciencia ciudadana?

Las tendencias digitales actuales alrededor de “hypes” de sistemas emergentes como la Inteligencia Artificial, la Blockchain y otras tecnologías distribuidas y el Big Data contienen varias promesas sobre cómo abordar algunas de las principales limitaciones o críticas sobre la disciplina de la ciencia ciudadana.

En primer lugar, hay una expectativa bastante clara de que la mayoría de las cuestiones que giran en torno a la fiabilidad y la calidad general de los datos generados por los ciudadanos pueden abordarse a través de estos sistemas. No obstante, algunas cuestiones siguen estando en el aire. Por ejemplo, las tendencias digitales actuales apuntan hacia la automatización de tareas: a medida que la tecnología realiza cada vez más tareas, a veces de manera autónoma, existe el riesgo de que la intervención de los participantes se desplace hacia modalidades más pasivas, lo que iría en contra de uno de los principios fundamentales de la ciencia ciudadana.

¿Cuáles son tus proyectos de ciencia ciudadana favoritos (por creatividad, por impacto o por otras razones)?

Creo que, de alguna manera, todos los proyectos que estimulan acciones de ciencia ciudadana verdaderamente extremas son fascinantes, independientemente de su ámbito, o de si resultan un éxito o un fracaso. Ver a ciudadanos que se reúnen para diseñar y perseguir una agenda colectiva a través de la ciencia es asombroso.

Si tuviera que elegir uno, sería Making Sense (http://making-sense.eu/) y, de manera específica, la intervención que se llevó a cabo en Barcelona. Se trata de un gran ejemplo de cómo los ciudadanos afectados por una preocupación común (como la contaminación acústica) se empoderaron a través de tecnologías de sensores e impulsaron nuevas políticas a partir de los datos que recogieron, analizaron y difundieron. Esto dio lugar a intervenciones de cambio reales en la zona, tanto a nivel de mobiliario urbano como reglamentarias. Es un magnífico ejemplo que elude a todos los elementos, desde el co-diseño hasta el cambio sostenible.

¿Cómo ves la ciencia ciudadana en los próximos 10 años?

Se espera que la disciplina evolucione a la vez que lo hagan las innovaciones sociotécnicas y políticas. Algunos proyectos actuales aún aprovechan narrativas y paradigmas que están ya casi obsoletos. Algunos ejemplos son las soluciones de bajo coste basadas en el Internet de las Cosas, el software de código abierto y el hardware abierto. Además, espero que los científicos ciudadanos expandan gradualmente su conocimiento para asumir interacciones más complejas con la ciencia en general, que vayan más allá de mapear los problemas ambientales o contribuir a comprender mejor un problema determinado. La esperanza es que tomen un rol más activo y prominente también en el diseño y la implementación de las soluciones.

¿Qué relaciones ves entre ciencia ciudadana y educación?

La ciencia ciudadana, al igual que cualquier otro método científico, debería formar parte de los planes de estudio educativos, de modo que se empodere a toda la ciudadanía para que lleven a cabo su propia agenda a través de investigaciones científicas. Más allá de esto, las escuelas y universidades representan entidades estables en las que se pueden iniciar y mantener en el tiempo intervenciones de ciencia ciudadana.

Una idea podría ser tener una serie de proyectos activos dentro de las escuelas y universidades que puedan proporcionar a los estudiantes la oportunidad de ganar experiencia práctica en los ámbitos cubiertos por la teoría. A medida que los estudiantes siguen sus propios caminos, pueden convertirse en mentores de nuevos estudiantes que continúan la acción, o en “community champions” que expandan las actividades y los principios a través de sus propias redes, como por ejemplo creando una nueva comunidad vecinal.

¿Hay alguna otra cosa que quieras decir y que nos hayamos dejado de preguntarte?

Desde mi punto de vista, la financiación sigue siendo la cuestión clave. No obstante, esto no significa que no haya financiación disponible, sino que ésta debería gestionarse mejor centrándose en la sostenibilidad y el impacto a largo plazo y explotando las sinergias entre diferentes disciplinas, entidades, actores y contextos sociotécnicos y culturales. Hasta la fecha, el contexto alrededor de la financiación sigue siendo demasiado competitivo, en lugar de cooperativo, y demasiado fragmentado, con duplicidades y redundancias. Creo que los proyectos de ciencia ciudadana nunca deben terminar, sino evolucionar hacia nuevos campos y temas, creando y manteniendo una infraestructura socio-técnica que resulte sostenible a largo plazo.